Era muy pequeñita y muy guapa, por eso una humana me separó de mama y mis hermanos y me llevó a su casa, tenía miedo y estaba muy solita, pero con el tiempo me di cuenta que a pesar de todo, allí no estaba mal, tenía comida y refugio. 

Pero cuando te eligen por bonita tiene sus consecuencias, crecí y ya no me querían, solo les gustaba cuando era una bolita de pelo. Cuando cumplí el año se habían cansado de mi y me querían dejar en la calle, gracias a LARA que se enteró de mi existencia pude librarme de una vida de terror y hambre en la calle.

Los humanos no entienden que los gatos caseros no sobrevivimos mucho en la calle, pasamos hambre, sed, frío y estamos expuestos a mil peligros que no sabemos reconocer.

Ahora me buscan unos humanos buenos, que no quieran un peluche, si no una gatita buena y cariñosa para siempre.

Eres tu mi humano? 

Contacto: adopciones@asociacionlara.org

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